Una carta poco conocida de Fermín Valdés Domínguez en defensa de los estudiantes de Medicina
RESUMEN
Introducción:

La titánica labor del Dr. Fermín Valdés Domínguez, para dar a conocer la verdad sobre el fusilamiento de los estudiantes de medicina, es conocida. En 1897 Fermín escribió una carta abierta donde aparecen otras evidencias en defensa de sus compañeros.

Métodos:

Se siguió una metodología cualitativa, utilizando como métodos teóricos el histórico-lógico y el análisis documental. Se consultó información relevante sobre el tema en fuentes primarias, secundarias y terciarias. Se consultó la llamada literatura de campaña, fundamentalmente los diarios.

Resultados:

La carta, si bien no es un material inédito, el hecho de haberse publicado por primera vez en un periódico editado en la manigua y luego en un diario, contexto en que no se resaltó su importancia, lo convierten en un valioso documento para aportar otros elementos a favor de aquellos jóvenes que encontraron la muerte bajo las garras de la metrópoli española. A pesar de encontrarse en plena guerra, al conocer la publicación de un libro de Tesifonte Gallego, escritor español, Fermín arremete con fuerzas y, sobre todo, con argumentos convincentes, contra las mentiras del escritor ibérico. Como conclusión esta carta de Fermín es ejemplo fehaciente de su preocupación constante por la reivindicación de sus compañeros. Fermín fue, sin dudas, el mayor representante de una generación de cubanos dignos que, durante muchos años, laboró intensamente para que se conociera la verdad histórica sobre este triste suceso de noviembre de 1871. Esta epístola contribuye a arrojar un poco más de luz sobre el pedestal heroico de los jóvenes asesinados.

ABSTRACT
Introduction:

the titanic work of Dr. Fermín Valdés Domínguez to publicize the truth about the execution of the medical students is known. In 1897, Fermín wrote an open letter where other evidence appears in defense of his schoolmates.

Methods:

A qualitative methodology was followed, using historical-logical and documentary analysis as theoretical methods. Relevant information on the subject was consulted in primary, secondary and tertiary sources. The so-called campaign literature was consulted, mainly newspapers.

Results:

The letter, although it is not unpublished material, the fact that it was released for the first time in a newspaper published in the deep forest and later in a daily newspaper, a context in which its importance was not highlighted, makes it a valuable document to contribute other elements in favor of those young people who found death under the clutches of the Spanish metropolis. Despite being in the midst of war, upon learning of the publication of a book by Tesifonte Gallego, a Spanish writer, Fermín lashes out with strength and, above all, with convincing arguments, against the Iberian writer's lies. As a conclusion, this letter from Fermín is a reliable example of his constant concern for the vindication of his schoolmates. Fermín was, without a doubt, the greatest representative of a generation of worthy Cubans who, for many years, worked intensely so that the historical truth about this sad event of November 1871 could be known. This epistle contributes to shed more light on the heroic pedestal of the murdered youth.

Palabras clave:
    • estudiantes de medicina fusilados;
    • Fermín Valdés Domínguez;
    • sucesos del 27 de noviembre de 1871.
Keywords:
    • medical students executed;
    • Fermín Valdés Domínguez;
    • events of November 27, 1871.

INTRODUCCIÓN

La titánica labor del Dr. Fermín Valdés Domínguez (figura 1), para dar a conocer la verdadera historia sobre el fusilamiento de los estudiantes de medicina, es conocida. Su participación como acusado, en los sucesos del aquel mes de noviembre de 1871, lo convirtió en un testigo excepcional; sus testimonios en diferentes escenarios y varias publicaciones al respecto, constituyen fuentes necesarias para el estudio de este triste episodio en la historia de Cuba.

En 1897 Fermín escribió una carta abierta, donde aparecen otras evidencias en defensa de sus compañeros asesinados. Si bien no es un material inédito, el hecho de haberse publicado por primera vez en un periódico editado en la manigua y luego en un diario, contexto en que no se resaltó su importancia, lo convierten en un valioso documento para aportar otros elementos a favor de aquellos jóvenes que encontraron la muerte bajo las garras de la metrópoli española.

Dr. Fermín Valdés Domínguez y Quintanó (1853-1910). El reivindicador de sus compañeros fusilados.

Fuente: Archivo de la Revista Bohemia

Esta epístola fue dirigida a Tesifonte Gallego, escritor español que recién había publicado, en el país ibérico, un libro titulado La Insurrección Cubana. Crónicas de la Campaña. La preparación para la guerra. El volumen aseguraba que los Estudiantes de Medicina (figura 2) habían profanado la tumba de Gonzalo Castañón, lo cual es refutado por Fermín, con argumentos convincentes. El presente artículo tiene como objetivo analizar esta carta abierta publicada por Fermín.

Inicialmente se comentan, de forma breve, algunos antecedentes de Fermín en la defensa de sus compañeros; asimismo, se reseñan el libro y el autor que equivocadamente acusó a los estudiantes. Luego se transcribe la carta, se establecen precisiones sobre algunas incongruencias; asimismo, se comentan otros apuntes del diario de Fermín, hasta llegar a un análisis que permite arribar a consideraciones finales. Lleve este texto, además, la intención de rendir sencillo tributo a estos jóvenes, en el año en que se conmemora el 150 aniversario del cruel asesinato.

METÓDOS

Para el desarrollo de la investigación se siguió una metodología cualitativa, utilizando como métodos teóricos el histórico-lógico y el análisis documental. Se consultó información relevante sobre el Dr. Fermín Valdés Domínguez en fuentes primarias, secundarias y terciarias. Se revisaron los artículos relacionados con el tema de la investigación, publicados en los últimos 10 años, en revistas indizadas en el Index Medicus. Se consultó la llamada literatura de campaña, fundamentalmente los diarios publicados que tuvieran alguna relación con el tema investigado. Otros artículos y libros de años precedentes con interés puntual sobre el tema también fueron estudiados. Se buscó en el archivo de la Revista Bohemia imágenes para ilustrar la investigación. Se consultaron las bases de datos internacionales: Medline, Ebsco, Hinari, Cochrane, navegadores como Google Académico, así como los datos de la Red Latinoamericana de Información en Ciencias de la Salud: Lilacs, Repidisca, Adolec, Leyes, SeCS y sitios web. Se revisaron las bases de datos bibliográficas nacionales más importantes: Cumed, Sacu, SeCiMed. La estrategia usada se basó en combinación de palabras clave como: Dr. Fermín Valdés”, “Estudiantes de Medicina fusilados”; con límites en: idiomas: español, inglés, francés y alemán; con abstract o full text free.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los antecedentes de Fermín en la defensa de sus compañeros

Fermín llegó a Madrid en junio de 1872, donde ya se encontraba José Martí, 1 se sorprende Fermín por el mal estado de salud de su hermano del alma. 2) Meses después, el 27 de noviembre, al conmemorarse el primer aniversario del asesinato colectivo, circuló en la capital española una hoja impresa que recordaba a los estudiantes, firmada por Fermín Valdés Domínguez y Pedro de la Torre Núñez que, según Fermín, fue escrita por Martí.

Cuadro del pintor Manuel Mesa que recrea el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina.

Tomado del Archivo de la Revista Bohemia.

Además del documento impreso, las honras fúnebres se desarrollaron en esa capital, así como en la catedral de Cádiz y otras iglesias en Santiago de Compostela y Barcelona. La conmemoración propiamente de ese primer aniversario se efectuó en casa de Carlos Sauvalle y Blaín, cuya reseña divulgó muchos años después, Fermín en su artículo “Ofrenda de Hermano”, dedicado a Martí. Este artículo salió publicado en el periódico El triunfo, que se editaba en La Habana, en los números correspondientes a los días 19 y 20 de mayo de 1908. En 1913, ya fallecido Fermín, Gonzalo de Quesada y Aróstegui lo reprodujo en su edición de las Obras Completas de Martí. 3

En 1873 Fermín publicó un emotivo e impresionante libro, que tituló Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de Medicina, (figura 3) en el que tenía la valentía de denunciar, en el propio corazón de España, la monstruosidad del crimen cometido. Cuatro meses después, agotada la edición, sacó una segunda, con el mismo título pero, en vez de su nombre firmó con la frase “por uno de ellos condenado a seis años de presidio”. El texto de 148 páginas -impreso en la Imprenta de Segundo Martínez-, fue el que, años después, ampliado a 14 capítulos y 200 páginas, se reeditó en Cuba con el título El 27 de noviembre de 1871. La tirada inicial, de 4 mil ejemplares, comenzó a circular en abril de 1887 y se agotó totalmente en menos de 1 mes, le siguió entonces una edición de 20 capítulos y 270 páginas, publicada en mayo de ese mismo año.

Cubierta del libro de Fermín, edición publicada en España en 1873.

Tomado del libro de Luis Felipe Le Roy y Gálvez: A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro; 1971.

Tres años después, en Santiago de Cuba (1887), ve la luz la quinta edición, seguida de la sexta, que tuvo lugar en La Habana, en 1909. La séptima que apareció, en 1942, es una reimpresión de las ediciones de Madrid de 1873. Finalmente, la octava edición se publicó en 1969, por la Comisión de Extensión Universitaria de la Universidad de La Habana, con preámbulo de Fernando Portuondo del Prado y notas de Luis Felipe Le Roy Gálvez. 4 Son estas algunas evidencias que demuestran el desvelo de Fermín por sus compañeros.

El libro y su autor

La Insurrección Cubana. Crónicas de la Campaña. La preparación para la guerra, fue publicado en 1897, en Madrid, por la Imprenta Central de los Ferrocarriles, situada en Ronda de Toledo, número 20. Su autor, Tesifonte Gallego García, había nacido en Ávila, región Arévalo de Montejo, en 1860; doctorado en Derecho, se dedicó al periodismo, siendo redactor de El Liberal y del Heraldo de Madrid. En 1885 llegó a Cuba, y años después, en 1890, publicó la obra Cuba por fuera; en 1896 fue elegido diputado por el distrito de Pinar del Río. 5

Regresó a España, donde fue diputado por Huelva y Albacete. Así pues, se mantuvo en su labor política hasta que, en 1910, fue nombrado director general de agricultura, minas y montes del gobierno de Canalejas. Dos años después publicó el libro Memoria del director general de agricultura, minas y montes. Por los servicios prestados, recibió la Cruz del Mérito Militar. Falleció en Hellín (Albacete) el 19 de noviembre de 1918. 5

Tesifonte Gallego, en su libro La insurrección… escribió el segundo capítulo titulado “El grito de Yara”; en uno de sus acápites, nombrado: “Voluntarios y estudiantes”, señaló:

En la Habana se desarrolló el laborantismo en condiciones fabulosas. Se provocaban conflictos á diario, siendo los portaestandartes de la conspiración los estudiantes; pero armados los leales que se apresuraron á formar batallones de voluntarios, no se dejaron intimidar, á pesar de haber atravesado por momentos en que se les cazaba traidoramente desde las azoteas. No ha olvidado nadie en Cuba la audacia con que se reunieron en el teatro de Villanueva los enemigos de la Patria, ni el riesgo que se corrió en aquellos días”. (sic)6

Vale comentar que en todos los documentos citados en este artículo se han respetado la ortografía original y la sintaxis. Y continúa el político español:

Los voluntarios, ofendidos en lo que más estimaban, que era el patriotismo, habrían dado buena cuenta de aquellos que se reunían desplegando la bandera cubana; pero se logró imponer la prudencia, evitando una verdadera catástrofe. Las provocaciones, las groserías, los insultos llegaban á los extremos más escandalosos; y así se explica que en medio de tan grande excitación de las pasiones se fusilara á algunos de los estudiantes que profanaron el sepulcro de Castañón, un insigne patriota á quien asesinaron en Cayo Hueso el 31 de enero de 1871; página que los filibusteros de hoy presentan á toda hora como argumento para justificar su actitud. 6) (sic)

La carta abierta de Fermín Valdés Domínguez

Ante tal infamia, Fermín respondió con una carta abierta; documento que apareció en el diario de Bernabé Boza, quien a su vez, lo tomó del periódico Las Villas. Fermín también la escribió en su diario. Al comparar ambas epístolas, se advierten pequeñas diferencias -sobre todo de estructura- pero decidimos transcribir la de Boza, 7 que ya había pasado por el tamiz editorial del periódico, por considerarla más fidedigna. La carta expresa:

A Texifonte Gallego: Hay un libro escrito y publicado por mí en La Habana, bajo el mando del general don Sabás Marín y titulado El 27 de noviembre de 1871 en el que he probado que en el cementerio de Espada nadie profanó la tumba de don Gonzalo Castañón, y hay en La Habana, en la necrópolis de Colón un monumento blanco erigido en memoria de los niños asesinados por los Voluntarios en donde se lee este epitafio: ¡Inocentes!, escrito allí por mi mano después de haber sacado de la fosa común -en terreno no sagrado- los restos de mis hermanos. Y hay además en ese libro -al lado de las pruebas de la infancia- la declaración de don Francisco Castañón, hijo de don Gonzalo, en la que expresa su convencimiento de que no hubo tal profanación y que por eso oyó mis palabras en el cementerio de Espada la mañana -inolvidable para mí y para él- en la que se exhumaron los restos de su padre y estrechó mi mano. Y corre impreso un folleto que escribió Castillo -un jefe de Voluntarios- en el que se reconoce mi labor honrada y se justifica mi protesta. ¿Por qué usted al publicar en Madrid su nuevo libro Insurrección cubana afirmando la profanación, miente y lanza cobarde injuria sobre la memoria de mis hermanos muertos? Porque para defender la dominación es preciso mentir; porque para enaltecer a los verdugos, tiene que manchar con la calumnia las páginas de su libro. Y ¿qué mucho que así lo haga usted si otros como usted -españoles sin condiciones- no se han sentido humillados al manchar la bandera de su nación con la sangre de niños inocentes? Hubo -aquella noche del 26 al 27 de noviembre de 1871- diez mil voluntarios que como lobos pedían ¡carne fresca! a la puerta de la cárcel de La Habana y un gobernador como don Dionisio López Roberts que quiso comerciar con nuestras vidas y un cobarde como el general Romualdo Crespo que firmó la sentencia inicua, dos o tres horas después de ser ejecutada por la canalla y los “grandes” del Casino Español de La Habana y de la prensa escribieron proclamas incitando a la matanza… Para todos eso parecía que debía haber en mi alma olvido y perdón, pero sus frases me hacen pensar que -a más de cumplir en la guerra un deber como cubano- traigo aquí otra misión: la de vengar a mis hermanos; la de castigar a los viles de ayer, que son los cobardes de hoy. Usted -escritor español que sabe para quien escribe- busca aplausos y dinero, entre las turbas de La Habana, entre los voluntarios asesinos. Sabe que miente; pero miente porque así conviene a su especulación, y porque así satisface la pena de no haber podido estar aquella noche en La Habana para gritar: ¡carne fresca! Como gritaron sus conciudadanos y sus amigos. No puedo discutir con un especulador vulgar y me duele que no sea usted “hombre” para poderle pedir cuenta de su vileza. Y si esto escribo no es porque estoy lejos de usted, sino que es usted el que está lejos de su puesto de español. Pero no debe permitir que se mienta así para medrar faltando de ese modo al decoro del escritor público, y que se quiera llevar a la historia páginas zurcidas con saña y cobardía. Por eso protesto y por eso hablo para que me oigan todos los españoles honrados, los que en España y en Cuba han estado a mi lado para ayudarme en mi obra de reivindicación y aquellos que se han sentido avergonzados ante el monumento erigido a la memoria de las víctimas. Siga usted escribiendo sobre esto cuanto le plazca, que todas las cuentas quedan liquidadas en esta guerra reparadora y justa, en la que vemos como olvidan -los que alientan a los asesinos de ayer y de siempre- al pobre y valiente soldado español que lucha y que cae con heroísmo en nuestros campos. A éste, sabemos honrarlo. Para expresar el desprecio que me merecen los que como usted piensan -y sólo para eso- escribo ahora. Fermín Valdés Domínguez.

Las precisiones de la carta y su análisis

Enviar cartas abiertas a los periódicos era costumbre de la época, así se establecían querellas que encontraban respuestas en los próximos números de los rotativos, además, constituían otra forma de promocionar la circulación y el interés por la prensa. Es válido recordar la importancia de esas publicaciones periódicas que circulaban entre los mambises. Según Grover Flint, periodista norteamericano, en su magnífico libro Marchando con Gómez:

El periodismo florece en Cuba libre y se manifiesta en los pequeños periódicos rosados verdes, quincenales y mensuales que uno encuentra en todas partes del campo (…) Son tirados en ediciones de un ciento o así en prensas ocultas en los bosques o las vastedades montañosas de Camagüey y Oriente, Las Villas y Pinar del Río. Contienen noticias de encuentros victoriosos de las pérdidas españolas, cartas de aliento de cubanos de nueva York y edictos del gobierno. 8

Y continúa el periodista norteño:

Son noticias atrasadas, traídas a los redactores por correos, laboriosamente impresas en papel de color y textura variables, dependientes de las circunstancias, y obtenido de contrabando de la ciudad española más próxima. Los ejemplares son distribuidos de un extremo a otro de la Isla por correos a caballo y comisiones viajeras, y pasan de mano en mano, de alforja en alforja, hasta quedar estrujados, borrosos y sucios; pero nunca demasiados viejos para no ser leídos y discutidos junto a las hogueras de los campamentos. A veces llegan a los pueblos y la familia a la que se encuentre uno en su poder es enviada a la cárcel. 8

Todo lo que tenía que ver con la prensa mambisa se hacía con extremo cuidado, para evitar que, por delaciones o descuidos, se perdieran tan valiosos materiales. Así declara Grover: “Solo a los redactores e impresores se les permite conocer donde están ocultas las prensas, porque no podrían ser fácilmente trasladadas si el enemigo intentara capturarlas. Son máquinas muy viejas. El Boletín de la Guerra se imprimió durante mucho tiempo en una máquina que servía para prensar quesos cuando no se tiraba el periódico ni órdenes generales”. 8

La carta de Fermín circuló por primera vez en la manigua, en el periódico Las Villas. Luego Bernabé Boza -jefe de escolta, primero, y de estado mayor del Generalísimo, posteriormente- al acampar en Las Delicias, el 31 de julio de 1897, anotó en su diario de campaña: “Mi querido compañero, el coronel Valdés Domínguez, ha publicado en el periódico Las Villas, que oculto en nuestras montañas edita el dignísimo capitán Narciso Gómez del Olmo, lo siguiente:” 7 y da a conocer la epístola íntegramente sin realizar comentario alguno.

Al revisar el Diario de soldado, de Fermín Valdés Domínguez, se aprecia que el médico mambí, desde El Blanquizal, el 2 de julio de 1897, escribió: “Colina le mandó al General la última obra de Tesifontes Gallego: La insurrección en Cuba. Es un libro que yo deseo leer porque quiero ver cuáles son sus juicios sobre nuestras cosas, conociendo -como conozco- el tal Genofonte como le llamaba el pobre Serafín Sánchez”. 9 Colina había arribado al campamento el día anterior, llama la atención la rapidez con que llega a las filas de insurrectos el libro publicado en España ese mismo año. De esta nota se puede inferir que los patriotas cubanos conocían el libro anterior de Tesifonte, Cuba por fuera (1890), donde el político español ya esgrimía su sable contra los mambises, por eso, Serafín Sánchez le llamaba despectivamente Genofonte, y Fermín tenía inmensa curiosidad por leer la nueva oferta de Tesifonte.

No pierde tiempo Fermín, y el día 4 de julio comienza la lectura del libro, pues el día 5, desde Las Cuevas, deja constancia en el diario:

…poco escribí ayer: pasé todo el día con fiebre y leyendo el primer cuaderno de la obra de T. Gallego (…) Ni la lectura del libro necio de T. Gallego ni el trabajo y la conversación amena e interesante del General me hicieron olvidar todo lo que se relaciona conmigo y el 4 de julio: por eso estaba malo, por eso la fiebre me llevó a la hamaca temprano y envuelto con la manta, porque tenía frío y dolor de cabeza dormí mal, soñé mucho y me sentí al despertar esta mañana cansado …9

Comienza su ataque Fermín, y le llama “libro necio”; los malestares del cuerpo que describe, relacionados con el 4 de julio no son objetivos de este artículo, solo mencionamos que se trata de los recuerdos de Asunción, su amantísima novia, a quien dedica su diario y constantemente recuerda.

El propio día 5 de julio escribe: “Copio del primer tomo de la obra La insurrección cubana capítulo titulado «El Grito de Yara», los siguientes párrafos que me propongo contestar”. 9 Es decir que Fermín transcribe al diario con exactitud los párrafos que pretende refutar. Días después, el 11 de julio, desde Las Pojas, anota: “Anoche escribí mi contestación a Tesifonte Gallego. Mañana lo copiaré porque esta noche apenas si podré copiar los partes que se han recibido hoy y quiero escribir algo sobre la «reconstrucción» que pretende Weyler, pues es este trabajo que me ha encomendado el General”. 9) De manera que el día 10 ya tenía lista su carta abierta, así pues, en 7 días, recuérdese que comenzó a leer el día 4, es capaz de leer el libro de 259 páginas y escribir su acertada crítica.

Crece el mérito de Fermín si se tiene en cuenta el movimiento constante de las huestes cubanas por esos días, según se puede constatar en sus anotaciones 9 y en los diarios de Bernabé Boza 7) y Gustavo Pérez Abreu. 10) Fermín, generalmente, escribía de noche, se alumbraba con velas y tenía que cumplir sus labores como jefe de despacho de Máximo Gómez. Atender la correspondencia recibida, escribir ordenanzas, decretos, cumplir las tareas del Generalísimo, como esta que menciona relacionada con la reconcentración de Weyler, formaban parte de su laboreo constante, pero el compromiso con los estudiantes de medicina era un deber ineludible.

Seguimos con el diario de Fermín, que escribe desde Aguada de Caballero, el 13 de julio: “No pude mandar hoy una copia de mi carta abierta a Tesifonte Gallego porque no la había copiado y no quiero quedarme sin ese recuerdo”. 9 Lo anterior lo expresa porque el día 12 había arribado al campamento el correo: “Llega el No. 10 de Las Villas en el que casi todo resulta escrito por mí”. 9 Al día siguiente se marcha, pero Fermín no manda su carta, nótese que este número de Las Villas, trae mucho de su producción literaria. Él, aunque había terminado su correspondencia el día 10, tres días después es que la transcribe a su diario para entonces enviarla a la redacción del periódico. Fermín no declara el día exacto en que envía la carta al periódico. Por el diario de Bernabé Boza sabemos que el 31 de julio ya estaba publicada. En consecuencia, se puede inferir que la epístola se publicó entre los días 15 y 30 de julio.

El 15 de julio Fermín escribió otra colaboración para el mismo diario, pues en las notas del día siguiente puede leerse: “Escribí ayer el siguiente suelto para “Las Villas”, “Mata, déspota, mata”. 9 El suelto tiene por título un verso de José Martí que aparece en su poema “A mis hermanos muertos el veintisiete de noviembre” 11 este poema lo escribió el Apóstol en Madrid, al cumplirse el primer aniversario del trágico suceso. Por tratarse de un verso dedicado a los estudiantes de Medicina, se infiere que este nuevo escrito de Fermín también recordaba a sus compañeros asesinados.

Las colaboraciones de Fermín eran frecuentes en los diferentes periódicos que se editaban en la manigua y en el exterior. Veamos ejemplos al respecto; el 31 de mayo anota en su diario: “Escribo para Las Villas: Una hazaña española”. 9 El 21 de junio señala:

También llegó ayer el Robaina, Director de La Sanidad a quien mandé buscar de orden del General. Le llamó este la atención sobre las sandeces que ese periódico publica y le hizo cargos sobre esas faltas que nos desacreditan. Yo le expliqué los deberes que teníamos que cumplir y le dije que lo que deseaba el General era que su publicación adquiriera prestigio y nombre. Le dije que, por su orden, le mandaría artículos y partes oficiales para su publicación. Entendió bien nuestra idea, o por lo menos me demostró haberla comprendido y esta mañana se fue llevándose una carta mía a Olmo en la que le digo que los originales míos que no pueda publicar se los entregue a Robaina para La Sanidad. 9

Y 4 días después: “He escrito para Patria: “José Miguel Gómez”. 9) Posiblemente la carta se publicó en el número 11, pues el día 12 de julio el número 10 del periódico ya circulaba entre los mambises. Fermín, al comenzar su crítica, va al directo y alude a su libro, donde demostró que la tumba de Don Gonzalo Castañón no había sido profanada. En el segundo párrafo se refiere a la declaración de Don Fernando Castañón, hijo de Don Gonzalo, en la que expresa su convencimiento de que no hubo tal profanación. Luego hace la primera interrogante, porque conoce la acogida que tuvieron en España las 3 ediciones de su libro; en consecuencia, es poco probable que Tesifonte, en su condición de escritor y político que ha radicado en Cuba y publicado un libro anterior sobre la Isla, no conociera el libro de Fermín, por eso el patriota cubano le critica que “para defender la dominación es preciso mentir”. 7

Apunta con valentía, Fermín, y denuncia a los responsables Dionisio López Robert y Romualdo Crespo; este último firmó la sentencia. Asimismo, acusa a los 10 000 voluntarios que, desde los alrededores de la cárcel, como lobos, pedían carne fresca. Luego insiste en cumplir su misión de vengar a sus hermanos y castigar a los viles de ayer, que son los cobardes de hoy. Más adelante explica el objetivo del español, es decir, buscar aplausos y dinero entre las turbas de La Habana, entre los voluntarios asesinos, y le insiste en que miente, porque conviene a su especulación; todo lo anterior formaba parte del juego para satisfacer a aquellos que gritaron “¡carne fresca!” y la pena del escritor ibérico por no haber podido estar aquella noche luctuosa del 27 de noviembre de 1871.

Esgrime entonces, Fermín, otra estocada, y le llama especulador vulgar, y le duele que no sea hombre para poderle pedir cuenta de su vileza. Apela entonces a la ética de escritor, ausente en Tesifonte, quien “no debe permitir que se mienta así para medrar faltando de ese modo al decoro del escritor público, y que se quiera llevar a la historia páginas zurcidas con saña y cobardía”. 7 Vale destacar la precisión del patriota cubano al escoger las palabras exactas con que describe a Tesifonte y a su escrito, logra así un punto medio de términos publicables, pero que expresen adecuadamente, con vigor y valentía, su sentir patriótico, su clara exposición de la verdad.

Fermín es meridianamente justo y no considera que todos los españoles son iguales, por eso también recuerda a los españoles honrados, los que, en España y en Cuba, han estado a su lado, ayudándolo en su obra de reivindicación. También recuerda a aquellos que se han sentido avergonzados ante el monumento erigido a la memoria de las víctimas. Le llama entonces a esta guerra reparadora y justa, y tiene fe en que todas las cuentas quedarán liquidadas.

Otro mérito de la carta es que, con justicia, Fermín recuerda al pobre y valiente soldado español que lucha y cae con heroísmo en los campos de Cuba, y critica a Tesifonte, que se olvida de ese soldado de fila, su coterráneo, que ha llegado a tierras caribeñas a defender los ideales de la metrópoli. Como colofón, pone en solfa al escritor español al terminar su carta con una sentencia: “Para expresar el desprecio que me merecen los que como usted piensan -y sólo para eso- escribo ahora”. 7

Otros apuntes del diario de Fermín

No descansa Fermín en su desvelo por reivindicar a los estudiantes de Medicina; el 23 de julio escribe en su diario: “Yo soñé un día en reposar al lado de los restos de mis compañeros junto al monumento blanco del Cementerio de Colón, pero ese sueño que denuncia una vanidad de mi espíritu se quedará en mi imaginación enferma L´exilé partou est seul (El exiliado donde quiera está solo), dijo un poeta y no dijo verdad, el que está eternamente solo es el que vive en orfandad perpetua como vivo yo”. 9 Su sueño se cumplió; en 1910, al fallecer Fermín, después de un breve enterramiento provisional, se trasladó dicho cadáver al mausoleo, el 7 de julio de ese año, clausurándose inmediatamente el monumento, para que allí no se inhumara a nadie más. 12

Días después, retoma el tema al describir una de las tertulias nocturnas que se realizaban en los campamentos mambises:

Hablamos de cosas pasadas, de mi libro El 27 de noviembre de 1871, leí la carta que escribo a Tesifonte Gallego, saqué de mi archivo con orgullo lo que puso Yero como prólogo a la edición que publicó en su periódico: un amoroso trabajo de mi inolvidable hermano José Martí y los artículos del mismo Yero, Zambrana y Varona, y oí con alegría -y no lo apunto por vanidad sino también como dato histórico que me satisface- que Menocal es de los que creen que fue mi libro una de las principales causas de esta Revolución … 9

El libro de Fermín fue muy bien acogido, sus ediciones se agotaban con prontitud; el propio Fermín recordó: “el colegio donde vi a muchos niños cubanos que aprendían a leer en mi libro: fueron las de aquel día, las lágrimas más puras que corrieron por mis mejillas, y luz de esperanza que brilló en el camino de mi vida”. 9) Sigue el médico mambí las pistas de lo que sucede en el extranjero y conoce…

…con satisfacción que el club Oscar Primelles de New York ha publicado algo en memoria de mis hermanos que yo no he leído y recordé también con respeto y alegría los discursos de Manuel Sanguily que sólo conozco por referencia, pero como obras suyas han de durar más que lo que lo que sobre esto escriba no mi pluma sino mi corazón enamorado siempre de la gloria que eleva y sostiene en alto los nombres de los que al caer en la fosa común los escribieron con sangre y lágrimas en el libro sagrado de la inmortalidad! (9

Y continúa: “consolado hoy, por la tranquilidad de mi conciencia y por la fe con que persigo el ideal de toda mi vida, recuerdo las frases de Martí, creo que ya puedo morir y que si la fortuna me dejó escribir sobre el blanco monumento de los estudiantes este epitafio Inocentes ahora dejaré, al caer, o al acabar triunfante la labor grande, otro que satisface todas mis ambiciones de gloria ¡Vengados!9) Interesante el juicio de Fermín al considerar que sus compañeros asesinados, luego de un intenso trabajo de muchos años, han sido vengados.

Consideraciones finales

Esta carta de Fermín, escrita 25 años después del asesinato de los estudiantes de Medicina, es ejemplo fehaciente de su preocupación constante por la reivindicación de sus compañeros. A pesar de encontrarse en plena guerra, al conocer la publicación de Tesifonte Gallego, no pierde tiempo y arremete con fuerzas y, sobre todo, con argumentos convincentes, los cuales ya había planteado en las múltiples ediciones de su libro, contra las mentiras del escritor español.

Fermín fue, sin dudas, el mayor representante de una generación de cubanos dignos que, durante muchos años, laboró intensamente para que se conociera la verdad histórica sobre este triste suceso de noviembre de 1871. Esta carta, poco conocida, contribuye a arrojar un poco más de luz sobre el pedestal heroico de los jóvenes asesinados; comentarla hoy, a 150 años del vil acontecimiento, es rendir merecido tributo a aquellos estudiantes, porque, como escribió Martí, en el poema que sentidamente les dedicó, y que muchos años después recordaría Fidel en su alegato histórico La Historia me Absolverá: (13 “Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida/ La muerte acaba, la prisión se rompe;/ Empieza, al fin, con el morir la vida!”11

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  • 1. Hidalgo Paz I. José Martí 1853-1895. Cronología. 4ta edición. La Habana: Centro de Estudios Martianos; 2003:31.
  • 2. Hodelín Tablada R. Enfermedades de José Martí. 2da edición revisada y ampliada. Santiago de Cuba. Editorial Oriente; 2018:72.
  • 3. Valdés Domínguez F. Ofrenda de hermano. en: José Martí, Obras Completas. Edición de Quesada y Aróstegui. volumen XII. La Habana: Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cía; 1913:9-89.
  • 4. Le Roy y Gálvez LF. A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. Instituto Cubano del Libro; 1971:9-22.
  • 5. Gallego T. La Insurrección Cubana. Crónicas de la Campaña. La preparación para la guerra. Madrid: Imprenta Central de los Ferrocarriles; 1897:25.
  • 6. Boza B. Mi diario de la guerra, t-2. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales; 1974:99-101.
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Historial:
  • » Recibido: 15/08/2021
  • » Aceptado: 17/09/2021
  • » Publicado : 11/04/2022


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