Encuesta nacional de envejecimiento de la población 2017. Resultados obtenidos

María del Carmen Franco Suárez, Jesús Menéndez Jiménez, Maira Mena Correa, Anays Montequín Jiménez, Norkis Plasencia Padrón, Mercedes Mena Martínez, Ebel Quesada Gutiérrez, Adialys Guevara González, Juan Carlos Alfonso Fraga, Diego Enrique González Galbán, Alejandro Rodríguez Orama, Zaily Davis Serrano, Enrique Frómeta Sánchez, Daysi García Agustín, Tatiana Rodríguez Trejo

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Resumen

Introducción. Cuba tiene un 20,8 % de su población con 60 años o más, cifra relativamente homogénea en todos sus territorios y que ha mostrado una tendencia creciente a lo largo del tiempo y en la perspectiva. Esta investigación constituye la línea base para el primer estudio longitudinal en personas mayores en Cuba. Su objetivo es actualizar y completar la base informativa y científica sobre las características y evolución del proceso de envejecimiento de la población cubana, a partir del estudio de aspectos sociodemográficos, socioeconómicos, del estado de salud, de residencia, entre otros, de las personas de 50 años y más, con resultados particulares para el grupo de personas mayores y muy mayores. Se busca además crear las condiciones metodológicas propicias que permitan establecer la línea de base para dar seguimiento y evaluar en el tiempo, el proceso de envejecimiento de las personas que hoy tienen 50 años y más y que en el futuro cercano conformarán la población senescente del país. Métodos. El estudio abarcó todo el país. Se realizó un diseño muestral para un estudio longitudinal, con un muestreo probabilístico por conglomerados trietápico estratificado. La información se obtuvo por entrevista directa a personas seleccionadas de 50 años y más y los datos recogidos fueron validados. Resultados. La edad mediana es de 62 años y el índice de feminidad fue de 1,144; aumentando con la edad y en las zonas urbanas, donde habita el 78,6 % de las personas mayores cubanas. Casi la mitad de las personas no tienen pareja, y los hombres reciben más ingresos que las mujeres. La mayoría de las personas perciben su salud como regular o mala, y más de la mitad padece al menos 2 enfermedades crónicas. Casi la mitad de las personas de 60 años a 74 años son robustos, pero la fragilidad y pre-fragilidad aumenta con la edad y en las mujeres. Lo mismo sucede con la dependencia, aunque la gran mayoría de las personas mayores clasifican como independientes. El grupo de 75 años y más apenas supera el 50 % en la realización de actividades físicas, en especial las mujeres. A cualquier edad, los hombres participan más en actividades de voluntariado. Las ayudas que reciben no presentan variación importante según la edad, aunque sí se aprecia un diferencial por sexo a favor de las mujeres. Tanto los hombres como las mujeres reciben más ayuda con el aumento de la edad y la brindan menos las personas de más edad. Como conclusiones las mujeres están en desventaja a cualquier edad para tener más enfermedades, percibir su salud como no buena y tener más dependencia. Esta brecha de género debe tenerse en cuenta en las políticas públicas sobre envejecimiento. La sociedad pudiera beneficiarse más de la ayuda que brindan las personas mayores. La posibilidad de identificar a las personas que presentan un mayor riesgo de verse afectados por un evento adverso permite alcanzar mayor equidad y eficiencia de las acciones, prolongando la independencia y bienestar.



Palabras clave

Envejecimiento; población; personas mayores; fragilidad; dependencia


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