Compañeras y compañeros de la presidencia, invitados, premiados:
Ante todo, deseo extender una felicitación a los compañeros que han sido premiados en el día de hoy y también a las instituciones que resultaron destacadas. La entrega de los Premios Nacionales Anuales de la Academia de Ciencias de Cuba es también una ocasión que quiero aprovechar para compartir con ustedes varios aspectos que considero de interés. Primero me referiré a algunos elementos actuales de la ciencia de este tiempo en nuestro país y después particularizaré en los resultados del Premio Nacional Anual de la Academia de Ciencias de Cuba.
Resulta muy valioso poder reunirnos con un grupo de los hombres y las mujeres que hacen ciencia en este país. Los científicos tenemos una alta responsabilidad con la sociedad, porque Cuba necesariamente tiene que avanzar hacia una economía basada en el conocimiento. Esto es lo que garantizará el desarrollo de la nación y que los cubanos alcancemos una calidad de vida superior. Sin embargo, tenemos grandes retos que enfrentar, tales como el recrudecimiento del bloqueo económico y financiero, que limita el avance de la nación cubana, y el que Cuba no disponga de recursos naturales, como grandes yacimientos de petróleo, importantes minas o una extensión amplia de la agricultura, que nos permitan generar nuestra riqueza y poder vivir de estos recursos. Eso conlleva a la necesidad de desarrollar lo más preciado de un país, su potencial humano.
Por otra parte, enfrentamos otros desafíos como la convergencia de múltiples crisis, relacionadas con el cambio climático, los fenómenos de recesión económica, las desigualdades, las guerras la transición epidemiológica, el aumento de las enfermedades no transmisibles y los problemas de la salud mental y las crisis sanitarias, como la pandemia de la COVID-19. Esta última marcó una etapa diferente, un antes y un después. No solo más de 6 millones de personas en el mundo perdieron la vida como consecuencia de las complicaciones de esta terrible enfermedad, sino que las consecuencias de la etapa post-COVID-19 se comienzan a visualizar; por ejemplo, su influencia sobre el envejecimiento poblacional, posiblemente acelerándolo, y también sobre un grupo de afecciones neurodegenerativas, incrementando la discapacidad física e intelectual que generan y sus respectivas repercusiones sobre la sociedad y las familias. Se estima que, para el 2030, en el mundo existan más de 76 millones de personas con la enfermedad de Alzheimer, así como un incremento en la prevalencia de la enfermedad de Parkinson. Cuba es uno de los países más envejecidos del área, con más del 20 % de la población con 60 años de edad o más, y para el 2030 estas cifras alcanzarán el 30,2 %.
El riesgo actual para la salud humana es creciente, debido al incremento continuo de enfermedades emergentes y reemergentes, las enfermedades transmitidas por alimentos, la resistencia antimicrobiana y la contaminación ambiental, que degrada los recursos naturales y afecta la seguridad alimentaria y nutricional. Por tanto, necesitamos de un enfoque integrador, novedoso, basado en una ciencia de la inmediatez.
Según la Organización Mundial de la Salud es posible la aparición de una nueva pandemia; de ahí la necesidad del enfoque de “Una Salud” que permite integrar la salud animal, vegetal y humana, abordar los temas de la seguridad alimentaria y la educación nutricional, así como enfrentar los fenómenos de la resistencia antimicrobiana que hoy afectan a grandes poblaciones en el mundo.
Como pueden apreciar, grandes son los desafíos que tenemos los científicos cubanos de estos tiempos. Cuba necesita implementar la revolución 4.0, con el desarrollo de la inteligencia artificial, el manejo de grandes cantidades de datos, el desarrollo de la neurotecnología, la robótica, las nanociencias, y a su vez tenemos que garantizar la calidad de vida de una sociedad envejecida, que necesita de su fuerza de trabajo para poder avanzar.
Se impone, en medio de estas complejidades desarrollar cada vez más la educación, la salud, la seguridad social y la ciencia. El sistema de ciencia tecnología e innovación de Cuba tendrá que crecer y alcanzar cotas superiores de inversión en ciencia, así como aumentar la cantidad de investigadores, patentes y publicaciones científicas por millón de habitantes. Esto nos ubicará en espacios más ventajosos para lograr esa economía basada en el conocimiento que hoy necesitamos.
La Academia de Ciencias de Cuba, basada en su función asesora en materia de ciencia para el Estado cubano, desarrolla acciones innovadoras en el cumplimiento de sus funciones. Prioriza el trabajo con los jóvenes, estimula la integración científica, la multi- y la transdisciplinariedad, la colaboración y el trabajo en redes. Aspiramos a construir una academia transformadora, responsable, que permita consolidar nuevos puentes y que logre una influencia mayor sobre el desarrollo local de nuestro país. Por ello se crearon las filiales del Academia de Ciencias de Cuba, las cuales cuentan con nuevos académicos, elegidos por primera vez en la historia desde las filiales. Nuestra institución cuenta con más de 400 académicos, incluyendo 62 jóvenes asociados. Tenemos el privilegio de que el 34 % de nuestros académicos son mujeres y que la edad promedio es aproximadamente de 61 años.
Se trata de una membresía preparada, con amplia experiencia en temas de desarrollo de la ciencia y la innovación. Esto constituye una fortaleza para la sociedad cubana actual. La institución y su membresía han trabajado junto a la alta dirección del país en temas de gran importancia, como la atención al potencial científico para la ciencia y tecnología, la dinámica demográfica y el envejecimiento poblacional, el desafío generacional para el desarrollo del proyecto social cubano, las neurociencias y la neurotecnología, el papel de las ciencias básicas en el cimiento del desarrollo de la economía, los problemas de la inflación en la economía cubana, la vivienda y la ciudad de los tiempos modernos, la inteligencia artificial, y la ética y la moral en la sociedad socialista cubana. Estas son evidencias del incremento sostenido del trabajo de la Academia de Ciencias de Cuba, pero, a la vez, otra de las funciones de la ACC es el reconocimiento a la ciencia de excelencia. Es por ello que, desde hace 25 años, se otorga el Premio Nacional de la ACC, para promover el reconocimiento a científicos y colectivos destacados, así como para divulgar y estimular la observancia de los principios de la ética profesional de los científicos.
En el año 2021, a pesar de una disminución del número de propuestas y de premios en relación con la convocatoria de 2020, fueron recibidos 163 propuestas. Después de un riguroso proceso de revisión, fueron seleccionados 78 premios, que representan un 48 % de aceptación. La sección de biomedicina resultó la que mayor número de premios obtuvo, principalmente por investigaciones relacionadas con la COVID-19 y las vacunas para enfrentar la enfermedad.
Los trabajos agrupan a un total de 882 autores, y de ellos casi el 80 % ostentan son doctores en ciencias o másteres en ciencias, pertenecientes a 11 provincias del país. Los premiados proceden de las universidades, centros de investigaciones y empresas de alta tecnología. Se destacan entre las entidades: la Universidad de La Habana, la Universidad Tecnológica de La Habana, la Universidad Central Marta Abreu de la Villas, el Instituto de Medicina Tropical Dr. Pedro Kourí y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. También deseo destacar el trabajo de otras universidades y centros de investigación, tales como las universidades de Oriente, de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, la Universidad de Camagüey y la Universidad de Granma, así como al Centro para la Investigación y Rehabilitación de las Ataxias Hereditarias, entre otras instituciones.
La tendencia a la escasa generación de resultados del sector empresarial estatal se mantiene. De los premios, el 20,5 % constituyen aportes teóricos al conocimiento, con un importante reconocimiento a través de publicaciones de impacto por parte de la comunidad científica internacional y nacional. Por otro lado, el 29,5 % de los resultados premiados alcanzan ya un nivel de introducción o generalización. El 50 % constituyen resultados científicos de excelencia que están parcialmente introducidos o que tienen reales potencialidades de aplicación, pero que requieren en diferentes medidas, investigaciones aplicadas ulteriores o acciones de innovación para su introducirlos y generalizarlos. Sin embargo, es importante su seguimiento por parte de las entidades ejecutoras principales y el colectivo de autores, para determinar las acciones que es preciso acometer para ello.
Como aspectos positivos es menester destacar que se transformó el sistema de los premios, y se logró una migración del proceso al formato digital, lo que ha mantenido la vitalidad y funcionalidad del proceso de evaluación de los premios ACC y facilitado el trabajo tanto a autores y coordinadores como a los revisores. En el presente se cuenta con una base de datos automatizada que contiene la información de los premios desde 1986, y está en desarrollo una web semántica para la realización de consultas e inferencias sobre el conocimiento que ello representa.
Se incrementó el número de expertos externos para la evaluación de las propuestas, con alta experticia en áreas del conocimiento, aunque con déficit en algunas de las secciones. Se aprecia alto número de doctores en ciencias que presentan sus investigaciones a premios, así como una presencia significativa de trabajos que abordaron el tema de la COVID-19, en las secciones de Biomedicina, Ciencias naturales y Ciencias Sociales y humanísticas, como parte del papel de la ciencia cubana en el enfrentamiento a la COVID-19. Ello es testimonio del actual Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación, que nació ante una pandemia de considerable magnitud cuyo control temprano facilitó, y que ha delimitado un hito en la historia de la ciencia en Cuba.
Felicidades nuevamente.
- » Publicado : 20/06/2022